Sinceramente es lo que siento cuando cada día abro el periódico y me encuentro noticias de violencia de género, de violentos por que sí, que se parapetan tras el escudo de un equipo de fútbol, se camuflan en una manifestación pacífica o en una celebración, que aprovechan para generar destrucción porque sus vidas se rigen por la violencia, por su deseo de ella, de provocarla, de consumirla. Y me indigna que muchas veces la medidas se tomen cuando ya es demasiado tarde, o las penas no sean lo contundentes que me gustaría.
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